En Diciembre del 2017, la primera ministra británica Theresa May ha anunciado que tras el ‘brexit’ el pasaporte británico, que calificó como un “símbolo de nuestra independencia y soberanía” dejaría de ser borgoña, el color recomendado por la Unión Europea, para recuperar el icónico azul que se usó en el país entre 1920 y 1988.
Los nuevos pasaportes, sin embargo, serán hechos por la compañía franco-holandesa Gemalto, con sede en París, lo que ha provocado la indignación de muchos. El primero en quejarse ha sido Martin Sutherland, director de De La Rue, la empresa británica encargada de la producción de los pasaportes actuales, que ha perdido la contrata para los nuevos documentos.