La comprensión de las actuales sociedades capitalistas supone un rango de complejidad sin precedentes. La existencia de nuevas realidades multidimensionales definidas por el constante cambio y la multiplidad de interrelaciones ha devenido en un nuevo paradigma relacionado al territorio, que se manifiesta en la conformación de espacios geográficos que se extienden, en muchos casos, más allá de las fronteras nacionales. El concepto de megarregión fue desarrollado en respuesta a esta creciente interdependencia de las redes económicas y sociales del mundo, abordando temas claves como la competitividad de las ciudades en una economía globalizada, identidad territorial, desarrollo sostenible, infraestructuras, equidad social y justicia espacial, entre otros. Sus partidarios sostienen que las megarregiones están mejor posicionadas para soportar el desarrollo económico y la inversión en infraestructuras de gran escala con impacto entre regiones y espacios transfronterizos (Carrier, 2011).
El Arco Mediterráneo, objeto del siguiente trabajo, es una megarregión en proceso de construcción. Su planteamiento se inició en 1973, con el nacimiento de la Conferencia de las Regiones Periféricas Marítimas, y posteriormente, se consolidó en los documentos previos a la Estrategia Territorial Europea. Estos documentos defendían la idea de que Europa debía estar estructurada por figuras económico-geográficas que sirven de contrapeso a la dorsal norte-sur de la megalópolis centroeuropea (Brunet, 1989); y es que en términos de área geográfica, peso demográfico y dimensión económica se puede considerar el Arco Mediterráneo como una autentica megarregión aunque no exista como tal. No existe desde el punto de vista administrativo o burocrático, pero si cuenta con bases económicas reales, flujos de intercambio demostrables e intereses geoeconómicos compartidos (Boira, 2003).
A pesar de la falta de consenso sobre los límites geográficos y las ciudades que incluye esta megarregión, se observa como se han venido concretando diversas iniciativas de cooperación interterritorial promovidas especialmente por actores, tanto públicos como privados, con intereses particulares en la estructuración y consolidación de dicho espacio. En relación a este aspecto, el estudio se enfoca en una revisión de antecedentes donde se identifican las claves en el proceso de formación de la idea de Arco Mediterráneo hasta la actualidad para luego exponer los retos y/o desafios que todavía quedan por afrontar en los próximos años, incluyendo un panorama de crisis económica continental.
Finalmente, y utilizando como precedente otros casos de estudio[1] presentados en el marco del Simposio MEGAPOLITAN “Canadian and European Cities in MegaRegions: Planning for the Global World”celebrado en la ciudad de Quebec durante el mes de Agosto de 2011, se reflexiona sobre los esquemas que deberían fomentarse en el ámbito político a nivel de Gobierno central y regional que favorezcan la aparición de una verdadera agenda en temas de gobernanza y cooperación. Se concluye con una serie de recomendaciones para la necesaria coordinación de esfuerzos entre los diferentes agentes (instituciones, colectivos, empresas, universidades) en aras de fortalecer la integración.
[1] Específicamente el caso de las ciudades de Dublín (Irlanda), Vancouver y Quebec (Canadá) dentro de sus respectivos ámbitos geográficos.
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